Letona Urisolo

1-CASTILLO DE ZAITEGI- ERMITA DE SAN BITOR

Panorámica de Letona-San Bitor

Castillo de Zaitegi. Un poco de historia

Nos trasladamos en el tiempo, a los oscuros años de la alta Edad Media para encontrar las primeras referencias de la fortaleza: en el siglo IX se cita en un documento la “via Zatica” que según M. Portilla sería un camino, que partiendo de Zaitegi, atravesaría Zigoitia hacia la “via de Olleros”.

El emplazamiento sin duda tenía un alto valor estratégico ya que controlaba la encrucijada del citado camino con otros que se dirigían hacia Bizkaia por Zuia, y hacia las laderas del monte Gorbea. Fuentes tradicionales consideran a Zaitegi como uno de los castillos más antiguos de Araba. El cronista Landázuri escribía que era una de las cuatro fortalezas, defensa y seguridad de Alava “en lo antiguo” , junto con Zaldiaran, Arganzón y Araia. El historiador Lazarraga escribía que el castillo de Zaitegi “en su primera pronunciación bascongada se llamó Çaitutegui, que quiere decir en español Guardese este sitio”.

Sin embargo, no será hasta la segunda mitad del silo XII cuando aparezcan las primeras referencias escritas de la fortaleza. Son tiempos convulsos y de cambios en nuestra tierra. Mientras nuestro territorio permanecía fiel al reino navarro, Bizkaia había ya pasado a la órbita de Castilla. Por ésto, en estos años, ante el afán expansionista del reino de Castilla, el rey navarro Sancho el Sabio, con intención de proteger la parte occidental del reino, funda villas como Vitoria (1181), y construye (reconstruye ?) una serie de fortalezas entre las que se encuentra el castillo de Zaitegi.

Poco va a permanecer la fortaleza de Zaitegi en manos de Navarra, ya que el rey castellano Alfonso VIII, en 1199, pone sitio a Vitoria, que resiste durante siete meses, pero ante la imposibilidad de ayuda exterior tiene que rendirse. A partir de aquí, en 1200, el castellano se apodera no solo de Araba, sino que también se anexiona Gipuzkoa y el Duranguesado.

Zaitegi, por lo tanto, no fue un castillo feudal, como pudo ser el de Mendoza por ejemplo, sino que pertenecía al rey, y éste nombraba a los alcaides o tenentes, que ejercían la autoridad en el castillo. Estos eran personajes notables en la corte de Pamplona, y se documentan cuatro tenentes en el tiempo de soberanía navarra.

Con la conquista castellana Zaitegi deja de tener la función para la que se construyó y comienza un tiempo de declive que acaba con su total abandono en el siglo XV, lo cual conlleva el deterioro y la ruina de la edificación. Aprovechando las paredes que siguen en pie, los vecinos de Letona y Zaitegi construyen la ermita de San Bitor en el siglo XVI.

Descripción del castillo

Muro este del castillo y de la ermita

El lugar ha sido estudiado por el arqueólogo Iñaki Sagredo, experto estudioso de las fortalezas del reino de Navarra. Él mismo dirigió hace unos años una excavación de la que salieron algunos datos interesantes.

El elemento principal de la fortaleza era un torreón de planta pentagonal situado en el extremo oriental de la cumbre, que cerraba un recinto amurallado protegido por pequeñas torres cilíndricas. Durante la excavación, los arqueólogos desescombraron también el aljibe que estaba bajo el mismo torreón y era alimentado con agua de lluvia procedente de los tejados.

Parece ser que el sistema constructivo fue similar al encontrado en la muralla de Vitoria-Gasteiz, con lo cual se puede sospechar que los constructores fueron los mismos en ambos bastiones.

Ermita de San Bitor

Ermita de San Bitor antes y después de la reparación del tejado de 2019

Sobre las ruinas del castillo medieval se construye esta ermita hace unos 500 años. Desde entonces en Zigoitia llamamos San Bitor a esta cumbre que se encuentra en el extremo nororiental de la sierra, dominando los pueblos de Zaitegi y Letona y visible no solo desde los pueblos cercanos, sino también desde cualquier punto de la Llanada Alavesa.

El día del santo, el 26 de agosto, se celebraba la fiesta subiendo en romería a la ermita desde los dos pueblos que la compartían. También acudían los vecinos en rogativa en tiempo de sequía. La fiesta dejó de celebrarse hacia 1970, cuando un incendio que arrasó la ladera del monte, arruinó la ermita. Actualmente los vecinos de Letona han comenzado por volver a celebrar la romería cada año y las Juntas Administrativas de Letona y Zaitegi, propietarias de la ermita, han llevado a cabo las obras de recuperación del tejado el otoño de 2019.

2.-CASTRO DE URISOLO

Sin movernos del campo de batalla, pero retrotrayéndonos otros 2000 años más, sobre el mismo suelo encontramos una floreciente población de la Edad del Hierro.

En el año 1968, Isidro S. de Urturi descubre que en este paraje hay unas formaciones tumulares no atribuibles a la naturaleza, y acude al Instituto Alavés de Arqueología; sobre el terreno, los arqueólogos interpretan que los grandes amontonamientos de tierra y piedras conforman una línea que son los restos de la muralla de un castro prehistórico.

Posteriormente se han realizado diversas intervenciones arqueológicas dirigidas por Armando Llanos y María Nieves Urrutia en los que han obtenido resultados interesantes que resumimos a continuación.

Características del castro

El castro ocupa un espacio con forma triangular cuyo vértice occidental es el punto de mayor altitud (794 m.), que va bajando hacia el este en suave pendiente. Consta de dos zonas bien diferenciadas que ocupan 7'5 ha. una y 3'39ha. la otra. El terreno del castro queda delimitado perfectamente al norte y al sur por dos escarpes rocosos que funcionaron como defensa natural, y al este dos líneas de defensa construidas que cruzan de norte a sur la parte más accesible.

Estas dos líneas defensivas artificiales limitan las dos zonas del poblado. La primera zona, la más alta y pequeña, al oeste, era la zona habitada, la acrópolis según los arqueólogos; la otra zona más extensa o antecastro, tenía un uso menos definido, probablemente era el recinto donde se guardaba el ganado.

En las prospecciones arqueológicas realizadas se han encontrado restos óseos de animales y abundante material cerámico, así como algún elemento metálico. También se realizó un sondeo en la Goba, que reveló dos fases de utilización en capas bien diferenciadas, en la época misma del castro y, posteriormente, en la Edad Media.

Para emprender el camino de regreso buscaremos la antigua entrada al castro, donde se abre un paso en medio de los restos de la muralla, por donde sigue pasando el camino después de 2500 años. Aprovecharemos el descenso para visitar algunos rincones que, si estamos atentos, nos contarán historias de modos de vida ya desaparecidos en nuestro entorno.

ARRATO

Sierra de Arrato

Estos montes se encuentran al suroeste de Zigoitia y los compartimos con el valle de Zuia y con el antiguo ayuntamiento de Foronda. Separados del resto del valle por la autovía de Altube, domina los pueblos de Apodaka, Letona y Zaitegi.

La orografía de esta sierra es muy irregular, con profundos valles por los que discurren pequeños arroyos estacionales. Cuenta con numerosas cimas, pero ninguna de ellas sobresaliente; la cota más alta es Armikelo (888m.), que se encuentra fuera de los límites de Zigoitia; el alto de La Llana que está muy cerca, y a una altura similar, junto con la cima de Amaritu (789m.) son las cumbres principales dentro de nuestro municipio.

En Arrato predomina un tipo de vegetación de carácter mediterráneo, lo cual es sorprendente si tenemos en cuenta que a muy poca distancia, en las laderas de Gorbea, podemos observar frondosos bosques de hayas, robles y tocornos, arbolado eminentemente atlántico, casi inexistente en Arrato. Únicamente en lugares umbríos o bien orientados al norte crecen algunas hayas. El árbol predominante es la encina, acompañada por el borto (madroño), y el guirguirio (aladierno).

Cueva de Urisolo

De todos los lugares descritos en este recorrido por Arrato, éste quizá sea el que mayores enigmas encierra. Se encuentra esta cavidad a unos 100 metros de la Goba en el mismo borde del farallón que bordea el castro.

Antes de la intervención de los arqueólogos se trataba de una grieta en la roca que no parecía tener un gran desarrollo, pero al internarse descubrieron que una pared hecha con grandes bloques de piedra ocultaba en su interior un camarín o pequeño espacio vacío. Esta pared, igualmente, servía de tope al relleno de tierra con el que intencionadamente se había rellenado la cavidad (esto se deduce del material cerámico encontrado en el relleno). Al retirar los grandes bloques que cerraban la cavidad, la tierra y la pared interior, se descubrió otra pequeña galería, además del camarín. En el interior solo se encontraron restos óseos de animales.

¿Qué encerraba esta cueva para tomarse el enorme trabajo de construir un muro en su interior, así como de rellenarlo todo y taponarla con grandes bloques de piedra? El equipo que hizo la prospección apunta la hipótesis de que se trató de encerrar en su interior algún tipo de ente maligno que habitaba en ella, creencia repetida en otras cavidades del País Vasco.

3.-BATALLA DE ARRATO

Para situarnos en este acontecimiento no necesitamos movernos en el tiempo, solo nos adentramos en la sierra unos 500 metros hacia el oeste de San Bitor, por el camino que desde Sanbitorlanda (bajo el castillo) sube por la cresta hacia el alto de Azkorreta; sin llegar al escarpe nos encontramos un rellano cubierto de encinas y guirguirios llamado Urisolo.

Hacia el año 1200, probablemente en estas campas de Urisolo, aconteció una acción bélica que conmovió a todo el país.

Hemos comentado ya que eran tiempos convulsos; recordamos que el rey castellano en este mismo año se anexiona Alava tras la conquista de Vitoria. Pero no son solo los reyes los que andan a la gresca; la nobleza vasca está dividida en dos bandos irreconciliables y cada bando, unido por lazos familiares en un principio, tiene sus cabecillas llamados Parientes Mayores: en el caso de Alava el bando de los oñacinos está encabezado por la familia de los Mendoza, y el bando gamboino por los Guevara.

A causa de una serie de agravios que no supieron resolver en Estibaliz, como era costumbre, Lope González de Mendoza e Iñigo Vélez de Guevara, cabecillas de ambos bandos, acordaron la fecha y el lugar de Arrato para la batalla. Llegado el día acordado, cada contendiente acudió al lugar acompañado de sus mesnadas compuestas por parientes y aliados; pero la sorpresa fue que el señor de Guevara iba acompañado por un grupo de ballesteros guipuzcoanos, aliados gamboinos, circunstancia que no había previsto el de Mendoza.

La batalla fue desigual aunque murieron muchos hombres de ambos bandos, y continuó hasta que los contendientes se dieron cuenta que había caído el jefe de los oñacinos, Lope González de Mendoza. La leyenda dice que los de Guevara, tras la victoria, bajaron su cadáver desnudo a Apodaka, y para mayor escarnio, llevaron su braguero a Vitoria para venderlo en el mercado.

Cueva de los 40 caballeros

Goba de Unda o de Los Cuarenta Caballeros

Muerto el jefe oñacino, los suyos emprendieron la huida, y los vencedores la persecución. En la desbandada un grupo de perdedores se refugió en una cueva existente en las inmediaciones del campo de batalla. De aquí viene el nombre de la cueva, referido a que cuarenta caballeros con sus caballos encontraron cobijo en ella, y se libraron de ser capturados por sus perseguidores.

El recuerdo de esta batalla se ha mantenido en la memoria de nuestros ancestros hasta nuestros días. No hace muchos años que Zacarías Ayala, vecino de Letona, le contaba esta historia a Isidro S. de Urturi.

En los montes de Arrato existen otras cuevas, como en La Llana o en Eskorripea, pero son de menores dimensiones. La localización de la Goba no es fácil ya que no es visible su entrada; se encuentra en el borde del precipicio que limita la larra de Urisolo.

4.-CARBONERA Y ENCINA

A unos 400 metros de la entrada al castro cruzaremos la muralla del antecastro, de dimensiones más reducidas que la principal. Continuamos el descenso otros 600 m, y a mano izquierda del camino podemos observar una explanada que sirvió para hacer carbón a mediados del pasado siglo; se trata de una de las últimas carboneras que se encendieron en estos parajes.

Muy cerca, y junto a la valla que cierra el camino encontramos una encina trasmocha de tamaño considerable, interesante porque en Arrato ya no quedan muchas de estas dimensiones. Esta, ya muy cerca del pueblo, fue escenario de juegos de muchos chavales, que todavía la recuerdan.

5.- PUENTE Y CIERRE

Seguimos bajando hasta que el camino desemboca en el que nos llevará de vuelta a Letona. Hemos visto en la bajada que el pueblo está hacia la izquierda, pero nos desviaremos 150 metros a la derecha para ver dos elementos que llamarán nuestra atención: primero nos encontramos a un lado del camino con un puente construido con solo dos piedras, pero ambas de dimensiones descomunales. No sabemos desde cuándo está, pero nos recuerda a las construcciones megalíticas de la prehistoria (o a los Picapiedra).

Más adelante, a pocos metros del camino vemos otra piedra singular: está clavada en el suelo, sobresaliendo más de 1,5 metros, y tiene un agujero en la parte superior. En su día sirvió para sostener la cancela que cerraba el camino y evitaba el paso incontrolado del ganado; como esta piedra hubo en Zigoitia otras muchas en las salidas de los caminos de todos los pueblos, y creemos que ésta es la única que permanece en su lugar de origen. Pero el interés de esta piedra va más allá: si nos fijamos en su forma veremos que se trata de la tapa de un sarcófago medieval.

6.-FUENTE DE LETONA

De vuelta al pueblo, nos sorprende el perfil de los dos edificios más sobresalientes: la torre de la iglesia y la torre palacio, de los que hemos informado al comienzo del recorrido. Acabaremos el recorrido desviándonos a la izquierda en el camino que hemos bajado, y siguiendo la señalización llegaremos a la fuente del pueblo para refrescarnos después de la caminata y contemplar uno de los rincones más bellos de Zigoitia. Es un auténtico complejo hídrico compuesto por varias fuentes a distintas alturas, un lavadero restaurado en 2005 en 2018 y unos sobraderos que conducían el agua hasta las huertas que había junto al cauce. La fuente dejó de ser el lugar de abastecimiento del pueblo en 1968, cuando llegó el agua a las casas del pueblo.

LETONA

Palacio y torre

A finales del s. XV contaba Letona con dos torres señoriales. La única que se conserva fue obra, al parecer, de Juan López de Letona y de su mujer Catalina Ruiz Hurtado de Mendoza (de Manurga), y construida a finales del s. XVI.

El conjunto formado por este palacio de los López de Letona y la torre de los Letona-Hurtado de Mendoza, a pesar de conservar algunos elementos defensivos de esa época, es más bien una torre simbólica que torre defensiva. Destaca el remate superior de la torre, ornamentada con cuatro garitones macizos que dan al torreón el aspecto de una fortaleza.

Tiene adosada una casa-hidalga. De mampostería, hoy está restaurada, formando un bello conjunto arquitectónico con la torre.

Parroquia de San Andrés

Construida en el s. XVI, sobre un anterior templo medieval del que se conservan restos como un arco, canes… De estilo gótico-tardío es de planta rectangular con sendas capillas de la misma época, a los lados de la nave. La torre de la iglesia es posterior (finales del s. XIX) y fue levantada sobre un campanario bajo construido en el s. XVII por el capitán Juan Antonio de Letona, según testimonio del párroco de la época: “El capitán e yo el cura hemos echo el campanario”.

Su retablo es obra en tres momentos distintos: el sagrario de finales del s. XVI; el cuerpo, documentado al final de la década de 1630 y su ampliación notable a mediados del s. XIX.

Sus fiestas se celebran el día de su titular, San Andrés, el 30 de noviembre.