Ketura

Introducción

QR 1.-PANEL DE ENTRADA
QR 2.-KETURA
QR 3.-FRENTE A FRENTE
QR 4.-BUNKER DE OLARTEGI
QR 5.-CIMA DE OLARTEGI
QR 6.-MESA DE PLANIMETRIA EN OLARRE
QR 6.-MESA DE PLANIMETRIA EN KARAKOATXA
QR 7.-ZIZKINO
QR 8.-BATALLÓN DISCIPLINARIO
QR 9.-CAMINO DE LOS ROJOS
QR 10.-CRUCE DE UBIDE-SANTA ENGRAZIA
QR 11.-SANTA ENGRAZIA
QR 12.-PUESTOS DE TIRADORES

UBIDE

Mapa de la Ruta por el Frente Republicano en la zona de Ketura y Ubide

0) INTRODUCCIÓN. UN PASEO POR ZIZKINO Y SANTA ENGRACIA

Esta ruta recorre una pequeña parte del frente republicano de la Guerra Civil en Euskadi (1936-1937). El sendero, a través de prados, pinares y hayedos, sigue más o menos los límites de la cuenca hidrográfica del río Santa Engracia, poco más que un arroyo, aunque enclavado en el Parque Natural del Gorbeia, el pulmón central de la Comunidad Autónoma Vasca. Hay que decir desde un principio que el valor paisajístico de esta ruta va más allá del patrimonio medioambiental del lugar, en la medida en que nos da algunas claves para la comprensión de proceso histórico reciente y traumático como el de la guerra.


Al principio de la sublevación militar, en el verano de 1936, Vitoria quedó en manos de los alzados, mientras que Bilbao se mantuvo leal a la legalidad republicana. A los pocos días del golpe, un nutrido grupo de guardias civiles, guardias de asalto (policía republicana) y voluntariado miliciano formaron una columna que salió de Bilbao con el objetivo de acabar con la rebelión en Álava. Sin embargo, tras unos movimientos un tanto confusos, esta columna se acuarteló en dos pueblos bizkaitarras de frontera, en Ubidea y en Otxandio. Esta parte que recorreremos del frente republicano se corresponde con el conocido como "Sector de Ubidea", un sector defensivo en primera línea del frente.


En los primeros meses de la guerra, reinó una gran confusión en los frentes que, de hecho, no estaban plenamente estabilizados. Tanto es así que Sabin Apraiz, combatiente nacionalista vasco, definió esta primera etapa del conflicto como una "peligrosa pugna deportiva". Algo así como un conflicto de baja intensidad, con pequeñas escaramuzas en diferentes rincones del frente alavés.

A pesar de ello, ambos bandos fueron reorganizándose y en otoño de 1936 el conflicto se fue convirtiendo en una guerra a gran escala. Como ejemplo de ello, el 30 de noviembre, el recién constituido Ejército Vasco lanzó una gran ofensiva en esta zona: la conocida como "Batalla de Villarreal". El Estado Mayor y el Gobierno Vasco del lehendakari Aguirre se fijaron un objetivo doble con esta gran maniobra que movilizaba a miles de combatientes. Por un lado, se trataba de lanzar una ofensiva con la que distraer tropas del Ejército de Franco que en ese momento estaba asediando Madrid, la capital de la República. Y por otro lado, la ofensiva buscaba tomar rápidamente Vitoria para así avanzar hasta Miranda de Ebro, el principal nudo ferroviario de las fuerzas sublevadas en el Norte.

El nombre de "Batalla de Villarreal" hace referencia al principal escollo que encontró el Ejército Vasco en su ataque. Y es que, el pueblo de Villarreal de Álava (actualmente Legutio) estaba en manos de una guarnición franquista que hizo frente a múltiples ataques. La villa de origen medieval nunca fue tomada por las fuerzas republicanas y éstas sufrieron un terrible goteo de bajas.

Aunque, por otra parte, esta gran batalla tuvo otros frentes. Y en ese sentido, Zigoitia fue un escenario de importantes combates. Montes como Oketa, Eribegana o Saimendi y pueblos como Murua, Acosta/Okoizta y Zestafe se convirtieron en espacios de muerte y destrucción dentro de la lógica cruenta de la guerra total. Cada escueto avance republicano se saldaba con una terrible cuota de bajas, hasta que finalmente, Franco echó mano de tropas coloniales –los célebres "moros" en el imaginario popular– y éstas realizaron un contundente contraataque que produjo una gran retirada republicana. Así, a finales de diciembre de 1936, la batalla llegó a su fin, con más de 4000 bajas y unos 1000 muertos, sin que el resultado pasase de ser un empate a nivel de terreno.

Esta comarca quedó profundamente marcada por aquellos acontecimientos. Algunas marcas son aún visibles: iglesias destruidas, agujeros de bala en campanas, cráteres producidos por bombardeos de artillería y aviación, trincheras por todas partes y, lo que sigue siendo aún más trágico, cientos de cuerpos desaparecidos. En los últimos años, la labor de exhumaciones de fosas comunes emprendida por la Sociedad de Ciencias Aranzadi intenta contribuir en la búsqueda, identificación y dignificación de estas personas. Y es que, en materia de estudios por la paz y por los Derechos Humanos, aún queda mucho trabajo por hacer.

QR 1 PANEL DE ENTRADA

(42.99595, -2.68113)

El proyecto de balizar los caminos de guerra comenzó en 2019. El primero de ellos ha terminado en 2023 con las señales QR que se pueden encontrar en la página web del Ayuntamiento de Zigoitia.

Cien metros antes de tomar el cruce que desde Gorostiza lleva a la carretera de Legutio a Barazar está el aparcamiento con el panel. Iniciamos el camino entre las landas en las que enterraron a los 17 asesinados de Elosu. A pocos metros llegamos a…

QR 2 KETURA

(42.99996, -268115)

Los bunkers más completos e interesantes de Zigoitia se encuentran a los lados del camino que vamos subiendo. El pantano y los movimientos de tierras consiguientes, y la nueva carretera (A 3608) que une los pueblos de Zigoitia con la de “Barazar”(N 240) cambiaron el paisaje de las inmediaciones.

Grafitis de guerra: Un conflicto con nombres propios

Tras la cruenta Batalla de Villarreal, el frente volvió a estabilizarse y, de hecho, se produjo una "solidificación" del mismo. Posiciones de guerra, que hasta entonces habían sido construidas de forma precaria, se consolidaron y, junto a las trincheras y a las alambradas de espino, se construyeron sendas fortificaciones de hormigón. Los dos nidos de ametralladora de Ketura son un buen ejemplo de ello. Estos fortines formaban parte de la primera línea republicana y fueron finalizados el 10 de marzo de 1937. Esta exactitud en su datación se debe a que quienes nos lo cuentan son los propios fortines.

Fortín occidental (izda) y fortín oriental (dcha)

Y es que, quienes construyeron y defendieron estos fortines siguen aquí... O al menos su testimonio. Estas fortificaciones fueron objeto de investigación arqueológica en 2017 por parte de un equipo de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU). Si bien la excavación no arrojó unos resultados verdaderamente interesantes –debido a la alteración que sufrió la zona con la construcción del cercano embalse de Urrunaga en los años 40–, estos fortines albergan aún hoy decenas de grafitis que fueron realizados en el cemento fresco por parte de quienes los guarnecían. Éstos fueron estudiados siguiendo la misma metodología empleada en el estudio de petroglifos prehistóricos. Gracias a los avances en iluminación artificial y modelado fotogramétrico en 3D, se ha podido rescatar más de una treintena de inscripciones.

Así es como sabemos que estas fortificaciones fueron defendidas por el "Batallón Madrid", el 5º batallón de la Unión General de Trabajadores (UGT) del Ejército Vasco. Su ideología izquierdista ha quedado bien guardada gracias a símbolos como una hoz y un martillo y a inscripciones como una que dice "Viva el Ejército Rojo". Además, el estudio de los grafitis nos permite también poner nombre y apellidos a una guerra total en la que las personas se convertían fácilmente en cifras estadísticas. Así sabemos que aquí combatieron el capitán Aurelio Álvarez, Nicolás Cela, Pablo Mendieta, Fidel Fernández o José Luis Garay, todos ellos miembros de la 4ª compañía. La mayoría provenían de la Margen Izquierda bizkaitarra y son el testimonio de la lucha emprendida por el movimiento obrero vasco contra el fascismo.

Pero, además, hay un testimonio que escapa a la visión tradicional que tenemos de la guerra. Entre las inscripciones encontramos la firma de "Katalina". Esta mujer no aparece en la documentación oficial del batallón y una explicación tradicional presupondría que se trataría de la "mujer", "madre" o "hija" de alguno de los combatientes. La escritora Virginia Woolf dijo una vez que, a lo largo de la historia, ese "anónimo" que aparece en muchas de nuestras grandes obras literarias, fue a menudo una mujer. Y así es como la mano anónima de "Katalina" quizá nos hable más de la invisibilización de las mujeres en la Historia y de su lucha silenciosa incluso en la guerra vasca que del testimonio prestado por un hombre. En cualquier caso, Katalina sigue siendo un misterio arqueológico, probablemente por el simple hecho de ser una mujer. Ocho décadas después del conflicto, la mitad de la historia de la guerra sigue sin ser contada.

QR 3 FRENTE A FRENTE

(43.00740, -2.68648)

Siguiendo el camino marcado llegamos a los cables de alta tensión. Mirando hacia Gasteiz en la herida abierta al bosque se ven los puestos del frente franquista frente a frente.

Visiones del Otro: el paisaje de frontera

A partir de este Paso de Olartegi se extiende una gran línea defensiva republicana de casi dos kilómetros de longitud. Estas posiciones fueron presumiblemente fortificadas entre enero y abril de 1937. Estos fueron unos meses de cierta calma tensa en el frente vasco. Tras la trágica Batalla de Villarreal, ambos bandos tomaron conciencia de su vulnerabilidad en caso de ataque directo y, por esa razón, se dedicaron a fortificar intensamente sus posiciones. La "solidificación del frente" nos habla también del sentido de "frontera" de esta zona.

En otoño de 1936, ambos bandos se reorganizaron no sólo militarmente, sino que también lo hicieron políticamente. En la España sublevada, el general Franco fue nombrado Jefe del Estado y Generalísimo, concentrando en su persona todos los poderes de la "Nueva España" y sirviendo de prólogo para la larguísima dictadura que llegaría más tarde a todo el territorio. En la España republicana y en el caso particular vasco, por el contrario, se constituyó la autonomía vasca, con un Gobierno provisional liderado por el lehendakari José Antonio Aguirre y con consejeros pertenecientes a todas las formaciones políticas –PNV, PSOE, Izquierda Republicana, Partido Comunista de Euzkadi, EAE-ANV y Unión Republicana–, con la excepción de la anarcosindicalista CNT. Este gobierno estuvo siempre condicionado por la cruda realidad de la guerra y tuvo la responsabilidad de tener que organizar un ejército propio, aunque bajo el mando del Estado Mayor republicano. De esta forma, el frente de guerra no sólo dividía dos bandos enfrentados militarmente, sino que servía de "frontera" –una peligrosa frontera– entre dos sistemas sociopolíticos completamente distintos.

En este Paso de Olartegi, si se alza la vista hacia el sur se puede contemplar la escueta visión que tenían los defensores republicanos vascos del sector: una línea de colinas y pueblos –Elosu, Nafarrate–, todas ellas en poder del enemigo, del Otro, es decir, bajo control de militares sublevados y voluntarios derechistas. Todo elemento en la línea del horizonte formaba parte de la maquinaria de guerra enfocada a la destrucción de la República y de la autonomía vasca. Todo pueblo y rincón "más allá" era un lugar al que no se podía acceder desde aquí, un lugar al que tal vez y debido a la posterior represión franquista –fusilamientos, presidio, exilio, etc.–, quizá no se pudiese volver nunca más. En definitiva, la visión de un territorio cortado por la mitad y dominado por el horror de la guerra y la persecución política.

Panorámica realizada desde Olartegi por la Consejería de Defensa del Gobierno Vasco en 1937

QR 4 BUNKER DE OLARTEGI

(43.00704, -2.68936)

En un pinar plantado posteriormente pero muy cerca del camino llegaremos al bunker y las trincheras que atraviesan la zona. Aquí también tenemos que imaginarnos un paisaje sin apenas árboles para comprender la importancia de las posiciones casi desaparecidas. En esta línea defensiva de Olartegi, por ejemplo, observamos el sinuoso zigzag de las trincheras, así como un nido fortificado de hormigón de forma rectangular. Todas estas posiciones se orientan hacia el sur., hacia la Llanada Alavesa, en poder del ejército franquista

Una guerra muy política

La línea defensiva republicana de Olartegi se hallaba en manos del "Batallón Rebelión de la Sal" del PNV. Este batallón, al igual que los demás, recibía su nombre de un suceso o personaje histórico apreciado por parte de sus combatientes. Hay que pensar que otros batallones vascos tenían nombres como el anarquista "Sacco y Vanzetti" –en homenaje a dos sindicalistas inmigrantes italianos ejecutados en los EEUU en 1927–, el comunista "Rosa Luxemburgo" –en recuerdo a la militante alemana del mismo nombre ejecutada en 1919– o el socialista "Madrid", que guarnecía los fortines con grafitis de Ketura [1], y que recibía su nombre en homenaje a la resistencia republicana de la capital española. En este caso, la Rebelión de la Sal fue un suceso histórico que se produjo en Bizkaia entre 1631 y 1634, en el cual campesinos y burgueses se rebelaron contra la autoridad del Rey por las medidas que éste había tomado para monopolizar la venta de sal. De esta forma, los combatientes nacionalistas vascos rendían su particular homenaje a esta revuelta vasca contra la monarquía española.


La inspiración ideológica de los nombres de los batallones vascos, así como su composición social –sobre todo al principio, intensamente nutridos por voluntariado–, no hacen sino subrayar el carácter crudamente político de este conflicto. La guerra era la materialización violenta de una serie de tensiones políticas y la ciudadanía, en tanto que sujeto político, tuvo un protagonismo central en su desarrollo.


Paseando por el monte, en cambio, los restos arqueológicos de la guerra son más bien mudos a este respecto. No se aprecia la política en la tierra removida de las trincheras o en el hormigón de los nidos de ametralladoras. Sin embargo, alguna inspiración política tenía que haber para que miles de jóvenes construyesen y sostuviesen este frente entre 1936 y 1937.

En esta línea defensiva de Olartegi, por ejemplo, observamos el sinuoso zig-zag de las trincheras, así como un nido fortificado de hormigón de forma rectangular. Todas estas posiciones se orientan hacia el sur, hacia la Llanada Alavesa, en poder del ejército franquista. Sin embargo, en la ladera norte de este monte, aún hoy se aprecian las ruinas de chabolas de piedra que bien pudieron ser refugios para la tropa aquí acantonada.

Nido fortificado de hormigón de Olartegi

QR 5 CIMA DE OLARTEGI

(43.00676, -2.69165)

Al final de la cuesta, en la ladera norte de este monte, aún hoy se aprecian las ruinas de posiciones fortificadas hacia el sur y restos chabolas de piedra al norte, que, aunque no se han investigado, bien pudieron ser refugios para la tropa aquí acantonada.

Lo efímero: un frente inacabado

La construcción de fortificaciones por parte del Ejército Vasco estaba en su punto álgido en marzo de 1937. En ese momento, en previsión de una posible ofensiva enemiga, las autoridades republicanas realizaron varios informes para conocer el estado en el que se encontraban las obras.

Todas estas estructuras y todo este esfuerzo fortificador iban a resultar casi inútiles frente a la gran ofensiva que se iba a desatar por parte del bando enemigo. El 31 de marzo de 1937, el general Mola en persona lideró un gran ataque combinado de artillería, aviación –la temida Legión Cóndor alemana– e infantería de las Brigadas de Navarra contra las posiciones republicanas en el frente alavés. Hay autores que afirman que el de aquel día se produjo el primer ataque combinado aire-tierra de la historia militar, todo un preludio de la Segunda Guerra Mundial. En consecuencia, en las primeras semanas de abril, miles de combatientes del Ejército Vasco tuvieron que emprender una primera gran retirada, dejando tras de sí unas estructuras defensivas que apenas habían tenido unos pocos días de vida útil. Una verdadera materialización del sentido de lo efímero.

QR 6 MESAS DE PLANIMETRIA EN OLARRE Y KARAKOATXA

Olarre (43.00622, -2.69696); Karakoatxa (43.00859, -2.70096)

Una vez en lo alto, siguiendo el camino se encuentran dos plataformas de hormigón, la primera en el alto de Olarre y la segunda en Karakoatxa. En su momento eran lugares abiertos, sin apenas vegetación, las dos muy similares en tamaño y forma, aunque la de Karakoatxa tiene una pequeña cavidad inferior. Según las fuentes consultadas, las mesas de planimetría eran lugares de observación y precisión en el tiro, que se comunicaban con las baterías de cañones ocultas en la zona de Ubide y poder así corregir los disparos.

Mesa de planimetría de Olarre

La guerra en directo

El 13 de marzo de 1937, el teniente coronel jefe del Frente de Álava Gabriel Aizpuru, desde Ubidea, escribía lo siguiente sobre estas posiciones que en aquel momento se estaban defendidas por el batallón nacionalista “Rebelión de la Sal”:

«Se halla constituida por una trinchera de zanja simple y con alambrada [...]. Tiene un nido de ametralladora y otro de hormigón en construcción. Están construyendo otras trincheras delante de la anterior para mejor batir la ladera del barranco.»
Ese “otro de hormigón en construcción” quizá se corresponda con una extraña estructura cúbica que se sitúa en el entorno de la cima de Olartegi. En cualquier caso, este informe nos remite a un frente que todavía estaba en proceso de construcción. Además, esta percepción de una línea incompleta se ve confirmada por el hecho de que los fortines con grafitis de Ketura [1], tal y como se aprecia en las propias inscripciones, fueron finalizados el 10 de marzo de 1937.

QR 7 TXABOLA DE ZIZKINO

(43.01460, -2.71283)

En lo alto del camino nos encontramos con la txabola de Zizkino, del “Pipas”, o de Antonio, reconstruida en 2020. Alli se encuentran varios caminos: el Camino de los Rojos, el que desde las canteras pasa por Leisaranda, el que viene desde Gorostiza y el que hemos hecho nosotros. En el mapa instalado en la txabola podemos ver muchos de los elementos que se encuentran en los alrededores.

Ovejas, mapas y ejércitos

El monte Zizkino (854 msnm) es una pequeña cima de roca caliza y con forma piramidal. Entre las grietas del lapiaz aún se conservan los restos de algunas trincheras de las líneas defensivas republicanas de la Guerra Civil.

Chabola del "Pipas" en Zizkino, antes de la reparación de 2020


Una de las paradas clave en cualquier ruta que se realice en esta zona tiene lugar en una chabola de piedra y con cubierta de chapa que se sitúa cerca de la cumbre. Esta estructura nos remite al grupo humano verdaderamente conocedor de estos montes: los pastores. Y es que, durante siglos, la actividad pastoril ha sido de gran importancia para la supervivencia de las comunidades locales, así como para el conocimiento y la gestión del territorio.

Este conocimiento experto del terreno, en forma de verdaderos mapas mentales, fue clave durante la guerra. De hecho, al comienzo del conflicto, en toda la comarca de lo que ahora es Gorbeialdea era común que los pastores fuesen vistos con recelo por parte de ambos bandos. Estos transhumantes de un territorio no muy grande, pero sí agreste y poco conocido, a menudo no conocían de bandos específicos y solían ser sospechosos de espionaje por parte de unos y otros. Tanto es así que, a modo de ejemplo, a mediados de agosto de 1936, Marcelino Iduya, pastor zigoitiarra de 60 años, fue fusilado por las autoridades sublevadas bajo la acusación de ser un espía.

La importancia de la ayuda de los pastores en la guerra también quedó patente con hechos como el robo de más de 1000 ovejas que efectuaron fuerzas sublevadas en territorio republicano a principios de septiembre de 1936. Se trató de una “operación” nocturna y resulta difícil imaginar que ésta se hubiera llevado a cabo sin la ayuda –voluntaria o forzosa– de pastores profesionales.

El personaje literario de Don Quijote de la Mancha confundía rebaños de ovejas con ejércitos en el conocido como Siglo de Oro. En 1936, en el siglo XX, a pesar de todos los avances técnicos en la elaboración de cartografías, los pastores y sus conocimientos seguían teniendo el valor de un verdadero alto mando.

Chabola del "Pipas" después de la reparación de 2020

QR 8 BATALLÓN DISCIPLINARIO

(43.0578, -2.71626)

Retrocediendo por el camino de Leisaranda unos doscientos metros se encuentra la señalizacion para subir a Oketa, y para bajar a la sima del Batallón Disciplinario. Son abundantes en la zona (zurrunpos o torcos se les llama en Zigoitia), y dan mucho encanto al lugar, pero esta enconde el terrible secreto para muchos de haber sido la cárcel de los trabajadores que hicieron el Camino de los Rojos que llegaba hasta allí mismo y donde una inscripción nos recuerda parte de su historia.

Vigilar y castigar


Esta sima, con una cueva en su lado oriental, es un elemento característico del paisaje kárstico. La función erosionadora del agua en la roca caliza es la encargada de producir estos paisajes subterráneos en los que el subsuelo parece desgarrarse y abrirse paso hacia el exterior.

En cualquier caso, este paisaje bien pudo servir para unos fines inesperados: la vigilancia y el castigo. El filósofo francés Michel Foucault (1926-1984), uno de los pensadores clave del siglo XX, utilizó el concepto de “panóptico“ –algo así como “aquello que todo lo ve“– para referirse al ideal de control y vigilancia de las instituciones represivas modernas, como las cárceles y los hospitales psiquiátricos. El fundamento del panóptico es que la propia estructura de un centro asegura que el vigilante pueda controlar a los sujetos oprimidos desde un mismo punto y sin ser visto. Éste bien pudo ser el principio que guió la decisión de ocupar este lugar durante la guerra, entre 1936 y 1937.

Al igual que en los fortines republicanos de Ketura [1], son los grafitis los que nos hablan de una historia sorprendente. Y es que, en la entrada de la cueva podemos leer la siguiente inscripción: “Bon Disciplinario“. Estas palabras parecen hacer referencia al Batallón Disciplinario, un cuerpo del Ejército Vasco que se componía principalmente de penados, desertores y sospechosos ideológicos. Al igual que en otros ejércitos, el principio que guiaba la actividad de este batallón era el aprovechamiento de una mano de obra “poco leal“ para desempeñar labores necesarias –y poco gratificantes– para la ejército leal a la República.

Esta cueva cuenta con un acceso difícil y que además éste puede ser controlado por cualquier lado del borde de la propia sima. Las condiciones de vida en esta cueva debieron ser realmente difíciles, pero parece que las necesidades del Ejército de Euzkadi y los principios de vigilancia y castigo de los denominados “facciosos“ primaron sobre un trato correcto a los prisioneros. Y es que, en el contexto del conflicto, en el bando de la defensa de la democracia republicana y la autonomía vasca, el castigo podía ser tremendamente contundente, sobre todo, a medida que la guerra fue recrudeciéndose cada vez más.

Entrada a la sima (izda) e incripción, a la derecha, del "Batallón disciplinario"

QR 9 EL CAMINO DE LOS ROJOS

Por una senda con restos de la calzada original se toma el actual Camino de los Rojos que llega a la txabola. Tomamos hacia abajo y recorremos parte del camino que lleva a Ubide, pasando por la fuente de Urreskorta. El camino construido por los presos de la República estaba destinado a subir el material de guerra y munición hasta la cadena montañosa de Oketa. Hoy es un camino montañero que une la parte bizkaina con los montes Zizikino y Oketa. A la entrada al camino podemos ver un haya “candelabro” de gran tamaño y belleza.

El frente que quedó constituido de facto entre 1936 y 1937 en el norte de Araba aprovechaba en gran medida la importante cadena montañosa que hoy constituye el Parque Natural del Gorbeia. El punto más alto de todo el frente de guerra vasco ascendía a casi 1500 metros de altitud: la cima del propio monte Gorbeia. Las montañas actuaban de barrera natural entre los territorios bajo control de ambos bandos, Araba (en manos de los sublevados) y Bizkaia (leal a la República). Cada cumbre se convirtió rápidamente en una posición desde la que observar al enemigo, así como un privilegiado punto para el disparo.


Sin embargo, este montañoso frente conllevaba una serie de problemas. Por un lado, debemos pensar que los combatientes de ambos bandos tuvieron que hacer frente al invierno de 1936-1937 en estos promontorios, casi siempre sobreviviendo en condiciones muy precarias. Por otro lado, los montes del macizo de Gorbeia componen un territorio poco poblado y poco conocido, lleno de fuertes pendientes y con nulas comodidades. Y finalmente, además de ser un frente montañoso, éste se organizaba de este a oeste y esto debe tomarse en cuenta en la medida en que la mayor parte de los valles vascos se asientan en disposición norte-sur y viceversa. Esto quiere decir que para la conexión interna de diferentes posiciones había que salvar grandes pendientes constantemente.

El camino de los Rojos, cerca de Zizkino

En ese sentido, el Ejército Vasco emprendió la construcción de varias carreteras de montaña con las que poder conectar diversas líneas defensivas, así como abastecer correctamente estos puestos. Así es como, en los primeros meses de 1937, la mano de obra del Batallón Disciplinario fue la encargada de construir una vía que uniese el pueblo bizkaitarra de Ubidea –cabeza de sector y cuartel– con los embalses del Gorbeia. A la altura del 31 de marzo de 1937, cuando se desató la gran ofensiva franquista, esta carretera aún estaba sin acabar.


Tras el conflicto y después de ocho décadas, este camino es una vía ideal para el senderismo que recibe el nombre de “Camino de los Rojos“, en clara alusión a su origen histórico. Aunque hay que resaltar lo paradójico que resulta el hecho de quienes lo construyeron, prisioneros del Disciplinario, en gran medida eran derechistas y no precisamente amigos de “lo rojo“.

QR 10 CRUCE DE UBIDE-SANTA ENGRACIA

(43.01668, -2.70122)

A mitad de camino y bien señalizado encontramos una bifurcación que nos llevará a Ubide o a la ermita de Santa Engracia, por una zona de trincheras que defendían la carretera.

Punto de unión de trincheras en Olagotia

Crónica de una derrota anunciada

Abandonando el “Camino de los Rojos“, el descenso continúa, pero esta vez siguiendo el trazado de una segunda línea de defensa republicana. Al igual que en las posiciones de Olartegi [2, 3 y 4], el sinuoso zig-zag de largas líneas imprime un ritmo especial a este paisaje. Las trincheras fueron construidas intentando adaptarse a pendientes muy fuertes, a modo de curvas de nivel en un mapa, pero también otorgando a los defensores buenos puestos de vigilancia y defensa. En cualquier caso, en marzo de 1937, en vísperas de la gran ofensiva franquista que barrería todo el sector, el estado de estas fortificaciones era duramente criticado por parte de las propias autoridades vascas.

«Respecto de la segunda línea en general, queda bastante que hacer, faltando en primer lugar, toda la línea de resistencia, pues los atrincheramientos hechos no constituyen más que una primera línea de vigilancia que además en algunos sitios se halla perfectamente batida y dominada por las posiciones de la primera línea. Tiene además los inconvenientes señalados de falta de abrigo contra el fuego de artillería y de refugios para el de la aviación.»

En las líneas de este informe redactado por Gabriel Aizpuru, el teniente coronel jefe del Frente de Álava, el 13 de marzo de 1937, se aprecia un tono ciertamente crítico y pesimista sobre esta línea defensiva. De tal forma que, cuando se inició el ataque franquista, con la crucial ayuda de la artillería y de la aviación alemana, la resistencia efectiva en estas posiciones fue algo imposible.

QR 11 SANTA ENGRACIA

(43.01085, -2.68547)

A pocos metros del cruce de caminos, pasando por una cantera, hoy en ruinas, se encuentran la ermita y la hospedería al pie de la calzada antigua. Fue polvorín y emplazamiento artillero en la guerra, barracones de los trabajadores de las obras del pantano y casa particular los últimos años.

¿Cómo explicar las pinturas de “toreros y bailaoras”. ¿Cómo entender el abandono al que está expuesta?

Ermita y antigua posada de Santa Engracia (Legutio)

Toreros, flamencas y anarquistas andaluces

La ermita de Santa Engracia, junto al río del mismo nombre, en pleno límite entre los municipios de Zigoitia y Legutio, es un espacio interesante y complejo, aunque en un precario estado de conservación. El espacio religioso original ha sido integrado en un caserío y desde el exterior es difícil apreciar incluso que se trate de una ermita. Sin embargo, en el interior la estructura de madera original se conserva de forma notable.

La ermita de Santa Engracia fue un importante centro de fiesta y reunión durante muchísimo tiempo. Cada año, el 16 de abril, vecinas y vecinos de todos los pueblos de alrededor acudían a este lugar con el objeto de divertirse. Éste parecía ser un objetivo fácil de conseguir en la medida en que al parecer era el Ayuntamiento de Villarreal (hoy Legutio) el encargado de suministrar varios pellejos llenos de vino para los y las asistentes.

Durante la Guerra Civil, esta ermita funcionó como refugio y como almacén para el Ejército Vasco. Quizá se remonten a aquella época unas expresiones artísticas muy especiales que aún son visibles en el interior del edificio. Entre las vigas de madera se pueden observar unos humildes dibujos con motivos taurinos. Así describía la escena que se encontró, después de los combates de 1937, José María González de Echávarri, profesor de la Universidad de Valladolid y fiel propagandista de la causa franquista:

«23 de diciembre de 1936. Así pasaban el tiempo los rojos, ¡ensuciando las paredes! Dibujos grotescos en el interior de la ermita. Toreros y flamencas pintados por anarquistas andaluces en una iglesia.»

Imagen de los dibujos en el interior de la ermita en 1938 (izda.) e imagen actual (dcha.).


Estas líneas se corresponden con una obra que González de Echávarri publicó en 1938 bajo el titulo Informe sobre la situación de las Provincias Vascongadas bajo el dominio rojo-separatista. Actualmente se desconoce la presencia de dichos anarquistas andaluces, aunque sí se sabe que aquí estuvieron destacados los batallones socialistas “Fulgencio Mateos“ y “Madrid“. Quizá este llamativo conjunto de dibujos de toreros y flamencas sea uno más de los escasos restos materiales que nos han llegado hasta el día de hoy.

Por otro lado, es de subrayar el hecho de que la ermita de Santa Engracia fue desacralizada en la década de 1940. Dentro de las políticas económicas de la Dictadura de Franco, la construcción de los embalses de Urrunaga (Araba) y de Undurraga (Bizkaia) alentó la apertura de una gran cantera en las inmediaciones del templo. De esta forma, la ermita perdió su función de lugar de encuentro para convertirse nuevamente en refugio –esta vez de trabajadores de los embalses– y en almacén –de materiales y máquinas de obra.

En este peculiar rincón, de gran valor histórico, finaliza la ruta por esta parte del frente republicano vasco de la Guerra Civil. Después de conocer varios kilómetros de trincheras, un puñado de nidos de ametralladoras y otras estructuras de guerra y otros espacios de vida y muerte, el principio que prevalece sobre cualquier otro es el del recuerdo para el aprendizaje colectivo, siempre en clave de convivencia y de práctica consciente de los Derechos Humanos. De los dolores de la resistencia y de los sinsabores de la derrota debe surgir la semilla de la convivencia en la que todas y todos tengamos nuestro lugar.

QR 12 PUESTO DE TIRADORES

(43.00735, -2.68375)

Adentrándonos de nuevo de Santa Engracia al camino, continuaremos paralelamente a la carretera general y nos llevará a una zona de trincheras y puestos de tiro para cubrir la carretera. Siguiendo adelante cerramos el círculo que nos llevara a los búnkeres de Ketura y al aparcamiento.

UBIDE

(525461.25 m E, 4763490.72 m N)

Si en el punto 10 hemos tomado el Camino de los Rojos llegaremos a Ubide, hasta muy cerca del Puente de los Rojos, construido exprofeso para evitar el final del actual camino y, así, facilitar el paso de camiones con material pesado. Actualmente hay que circunvalar el frontón y terminamos el itinerario en la plaza de Ubide.

Ubide desde el Camino de los Rojos